Cuando vayas a vender tu empresa, a igualdad de márgenes, cuanto más grande sea, mayor será el múltiplo de adquisición. Es decir, una empresa pequeña se comprará por cuatro veces su beneficio operativo (EBITDA), y una grande a un múltiplo de siete veces. Ello es porque habitualmente las empresas pequeñas son más frágiles y su posición competitiva es menos sólida.
Por ello, si se quiere crear valor crecer es importante. No obstante hay que tener cuidado con la manera en que se crece. Existen muchos casos en los que se ha crecido de la mano de un cliente grande que luego se ha hecho imprescindible y después ha estrujado al proveedor. Una multinacional empieza a darte contratos y trabajo, fichas una amplia plantilla de trabajadores para darles servicio y, cuando menos lo esperas, cambia de proveedor dejándote con multitud de empleados a los que tienes que despedir y, en muchas legislaciones, indemnizar. Has creado una estructura grande, pero no has ofrecido un valor añadido diferencial.
Sin embargo, habitualmente en esos casos el empresario tiende a creer que crece porque es bueno, se relaja y endeuda para financiar ese crecimiento. Cuando el gran cliente le falla se encuentras con una deuda que no puede pagar y entra en concurso y liquidación, tirando por la borda todo el valor creado.
Si quieres crear valor a largo plazo para tu empresa y evitar así ser la realidad del ejemplo explicado, intenta hacer crecer tu empresa con una cartera de clientes diversificada, en la que si falla alguno de ellos no provoque una catástrofe en tu compañía.
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