La decisión de vender una empresa en España aún se percibe como un fracaso, a diferencia de lo que sucede en otros mercados internacionales en los que una venta de este estilo se considera una hazaña, un éxito profesional.
De hecho, el empresario se siente orgulloso, pues su compañía ha resultado ser más atractiva que otras para el comprador y él ha logrado convertir el valor implícito que su empresa tenía en precio efectivo.
¿Por qué entonces en nuestro país nos cuesta tomar esta decisión? Puede ser porque creemos que no existe un momento preciso, o porque no encontramos un motivo en concreto. Lo que no nos planteamos es que en muchas ocasiones una venta puede ser la mejor solución para la compañía.
Toda empresa tiene un momento óptimo para ser vendida, y es esencial esforzarse por reconocerlo y ser conscientes de ello para actuar de la mejor forma posible.
Un 70% de las empresas familiares no pasan de la siguiente generación. La alta “mortalidad” de las empresas se debe, entre muchas otras razones, a: la falta de planificación en la transmisión, la ausencia de un sucesor competente, el fracaso o agotamiento de un sector concreto, las dificultades familiares, las peleas entre socios, la falta de capital o la falta de financiación. La mayoría de esos “fallecimientos empresariales” podrían evitarse si el dueño supiera elegir el momento adecuado para desprenderse de su empresa.
En los últimos años, a causa de la globalización y en concreto la crisis económica que hemos soportado se han propiciado las presiones competitivas entre empresas. Todo esto ha hecho necesario conseguir ser ágil a la hora de identificar el momento oportuno para la venta de una compañía. Si dejas pasar la oportunidad puede que las consecuencias para tu empresa sean peores… ¿Estás dispuesto a correr ese riesgo?
